¡Hola! Soy Luisa

Desde pequeña siempre he tenido un espíritu emprendedor. Mi primera experiencia en el mundo de las ventas comenzó en el colegio, cuando tenía apenas 8 años. Vendía llaveros de la empresa de mi mamá, luego gomitas, pero pronto descubrí mi verdadera pasión: los postres.

Mis Inicios en la Cocina

A los 13 años, empecé a experimentar en la cocina, creando postres para llevar a las fiestas de mis amigas. Mis motivos eran claros: siempre quería llegar con algo especial y disfrutar de un postre delicioso. Si iba a pecar, tenía que valer la pena. ¡Y claro, quedaba como una princesa!

Esta pasión se transformó en un negocio cuando quise comprarme un par de tacones y mis padres no me dieron el dinero. Entendí que si quería algo, tenía que trabajar para conseguirlo. Así, comencé a vender mis creaciones y, poco a poco, mi amor por la pastelería creció.

El Camino Académico y Profesional

Aunque me fascinaba la pastelería, también me intrigaba entender cómo funcionaba la vida. Estudié Biología porque mi papá quería que estudiara algo "serio". Me obsesioné con la conservación y el impacto social, incluso fui vegetariana por 10 años.

Durante mi tiempo en la universidad, descubrí que la bioquímica intensificó mi amor por la cocina, mostrándome que la pastelería es pura ciencia. También lideré proyectos de impacto social y ambiental, como la Mesa Ambiental Uniandina (MAUA) y la iniciativa del Laboratorio de Innovación Social en Los Andes.

Nunca dejé de cocinar y vender mis postres. Aproveché cada oportunidad para darme a conocer y participar en todos los talleres de emprendimiento posibles. Mi mundo cambió cuando participé en el Hult Prize, una competencia de emprendimiento social, donde comprendí que la mejor manera de transformar el mundo es a través de la creación de valor, personificada en las empresas.

Un Nuevo Comienzo

Estas experiencias, aunque emocionantes, también me llevaron a una ansiedad que nunca esperé. Fue entonces cuando decidí confiar en Dios. Apenas me gradué, no sabía qué hacer con mi vida. Con un título en Biología y un emprendimiento de postres en casa, entré en crisis y empecé a dudar de mis capacidades.

Mi mejor amigo, Andrés, me recomendó poner mi vida en manos de algo más grande que yo misma. Así, puse mi vida en manos de Dios y le pedí que me guiara. Las puertas empezaron a abrirse. Encontré una planta de producción lista para operar a un precio que podía pagar. Con miedo, pero con mucha fe, salté al agua y llevé a Ana, mi nana de toda la vida, a trabajar conmigo.

Construyendo un Equipo

Ese mismo año llegaron tres bendiciones: Yeye, la sobrina de Ana, con su espectacular servicio al cliente; Aleja, mi primera decoradora, que mejoró todas las presentaciones; y Juana, indispensable en el crecimiento de la producción.

Mientras tanto, yo caminaba por todo Bogotá buscando cafés y restaurantes que quisieran comprar mis productos, mostrando que eran deliciosos y que Luisa Postres ya tenía 7,000 seguidores en Instagram. Aunque suene loco, la pandemia fue una bendición. Me volqué a las redes sociales, superé mi timidez ante la cámara y creamos postales para conectar emocionalmente con nuestros clientes. Entendí que más que postres, estaba llevando felicidad a la vida de las personas.

Un Pilar Fundamental: Ana

Una persona fundamental en este viaje ha sido Ana. Llegó a mi vida con solo 19 años desde Sahagún, Córdoba. Ana vio mis primeros intentos en la pastelería y me dijo: "Déjame ayudarte". Comenzamos a cocinar juntas y Ana mejoró todas mis recetas. Hoy, ella es la Líder de Producción de Luisa Postres y su crecimiento y pasión son el corazón de nuestro equipo.

Reflexión Final

Han pasado cuatro años desde que decidí creer en mí y en Luisa Postres. Todos escribimos nuestra propia película de vida, y hoy acabas de terminar de leer el guión de mi primera temporada. Espero que, como yo, te inspires a escribir tu propia historia y tomes la decisión de ser el director de tu película de vida.